A finales de noviembre de 2008, en Mumbai, India, ocurrieron diez atentados terroristas que dejaron un saldo de 173 personas muertas y más de 300 heridas. En medio del caos, varios testigos de los ataques subieron información a sus blogs y a redes sociales, particularmente Twitter. Los múltiples mensajes dieron cuenta lo mismo de la demanda de donaciones de sangre, que de descripciones del lugar de la tragedia, así como de teléfonos de emergencia, peticiones de ayuda o avisos a familiares y amigos. Se calcula que, en esa ocasión, se subieron a Twitter unos 70 mensajes cada 5 segundos. Lo ocurrido en Mumbai parece darles la razón a los más entusiastas partidarios de la Web 2.0, quienes la definen no como una tecnología, sino como una actitud. Esta nueva actitud ha alcanzado al periodismo dotándolo de nuevas herramientas, para potenciar su tarea fundamental: la de contar historias, apegadas siempre a los principios éticos que lo rigen. El auge de los blogs y las redes sociales fue el comienzo. La posibilidad de que los usuarios, la otrora audiencia pasiva, generen y distribuyan masivamente contenidos que compitan con la oferta de los medios tradicionales fue el detonante que hizo que éstos voltearan a ver lo que empezaba a ocurrir con Facebook, Myspace, Twitter, YouTube, Flickr y otras redes sociales. Dentro de esta lista destaca Twitter, que desde hace un par de años se ha convertido en una herramienta importante para el ejercicio periodístico a través de Internet.
Las razones del éxito
¿A qué se debe este éxito en el terreno informativo? ¿Cuál es ese atractivo irresistible que ofrece Twitter? La respuesta es sencilla: ha conseguido combinar de alguna manera dos de los mecanismos de comunicación más exitosos de los últimos tiempos: el messenger y los mensajes vía SMS del celular. Decir que Twitter es un servicio de microblogging de 140 caracteres no nos habla mucho sobre el funcionamiento de esta herramienta, pero sí comprendemos el fenómeno si nos referimos a que a través de la Web o de un teléfono celular podemos reportar momento a momento, en tiempo real, un accidente vial o el concierto que estamos presenciando y que todos los contactos que estén suscritos a nuestro perfil podrán ver nuestras actualizaciones y, a su vez, reenviarlas a sus propios contactos. Es verdad que el twitteo tiene mucho qué ver con el morbo de informar sobre cosas triviales, con muy poco o ningún interés periodístico; pero cuando la respuesta a la pregunta “What are you doing?” (¿qué estás haciendo?) que nos hace Twitter se relaciona con los reportes de testigos que presenciaron la caída de un avión sobre Paseo de la Reforma, o con los pormenores de cómo la policía de Honduras reprime las manifestaciones en contra de un golpe de Estado, la valía de esta novedosa red social se incrementa más. Es instantáneo y concreto, mucho más que un flash informativo; no tiene costo, es expansivo, y permite la interacción con el resto de los twitteros. Pero al igual que ocurre con el resto de las herramientas digitales –y con Internet mismo–, Twitter no es la panacea; podría ser una forma ideal para difundir rumores o falsedades.
Twitter como fuente de información
El crecimiento exponencial de Twitter en los últimos meses obedece, también, al uso que algunos personajes célebres han hecho de este sistema de comunicación. La participación en el microblogging de algunos actores, deportistas, políticos y cantantes es tal, que incluso hacen el papel de paparazzis y reporteros, para convertirse en las fuentes de información. Un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió con el ciclista Lance Armstrong, ganador en siete ocasiones de la Tour de Francia. Ningún medio captó cuando el deportista se fracturó la clavícula al accidentarse el 23 de marzo, durante la primera etapa de la Vuelta a Castilla y León; sin embargo, el deportista y su equipo fueron los encargados de facilitar la información a los medios de comunicación a través de Twitter. Los detalles de la nota comenzaron a fluir a las 19:23 horas del día del accidente. El jefe de prensa de la Fundación Armstrong, Chris Brewer, escribió en Twitter: “Lance se ha estrellado y está en la ambulancia. A la espera de más detalles oficiales”. La información se actualizó una hora y 20 minutos después: “Lance llegó al hospital y está siendo examinado”. Durante las horas siguientes, la información fluyó e incluso se especuló sobre algunos posibles diagnósticos. Pero lo más sorprendente llegó a las 21.55 horas, cuando el propio Lance Armstrong entró a Twitter para compartir con sus seguidores lo ocurrido. El corredor escribió: “¡Estoy vivo! Fractura de clavícula (derecha). Por el momento duele como el infierno. Cirugía en un par de días. Gracias por todos sus deseos”. En esos momentos, cualquier seguidor de Lance Armstrong con cierta vocación tecnológica, tuvo acceso a la misma información que los propios reporteros que cubrían la nota. El microbloggin se convirtió en la fuente información para los medios: los reporteros, más allá de desplazarse al hospital donde el ciclista era atendido, de buscar un parte médico o de esperar una rueda de prensa, tuvo que seguir el Twitter de Armstrong para enterarse de lo que acontecía.
Twitter y la farándula
La pareja de actores Ashton Kutcher y Demi Moore utilizan Twitter tanto para compartir detalles de su carrera, como de su vida privada. A finales de marzo, Kutcher publicó en Twitter una foto del trasero de su esposa, y escribió: “Ahora mismo estoy viendo a mi mujer planchando mientras lleva puesto un biquini blanco. Gracias, Dios”. Al día siguiente, la fotografía fue retomada por miles de diarios. Ante ello, la reacción de Moore también fue pública; escribió en su Twitter: “La próxima vez quemo tu chaqueta”. Otras celebridades que también se han unido a la fiebre por el tweet son los cantantes Robin Williams, Mariah Carey y Britney Spears.; la modelo Heidi Klum, el escritor Paulo Coelho, la pacifista Yoko Ono; Shaquille O’Neill y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por citar algunos ejemplos. Lo que escriben estos famosos en sus cuentas de Twitter es seguido con suma atención por los medios de comunicación, que constantemente publican información tomada del microbloggin. Cada vez resulta más frecuente leer titulares como “Entra realeza británica a Twitter” (Reforma, 15 de julio) o “Lindsay Lohan, semidesnuda en Twitter” (El Universal online, 16 de junio). Un hecho reciente que podría ejemplificar el poder de Twitter es el homenaje póstumo de Michael Jackson. El evento se convirtió en el más seguido en Internet. Durante ese día (7 de julio), más del 30% de los comentarios que se registraron en Twitter estaban relacionados con la muerte del cantante, y muchos de ellos fueron tomados o registrados en las cuentas de los medios de comunicación. (De etcétera.com.mx)
Las razones del éxito
¿A qué se debe este éxito en el terreno informativo? ¿Cuál es ese atractivo irresistible que ofrece Twitter? La respuesta es sencilla: ha conseguido combinar de alguna manera dos de los mecanismos de comunicación más exitosos de los últimos tiempos: el messenger y los mensajes vía SMS del celular. Decir que Twitter es un servicio de microblogging de 140 caracteres no nos habla mucho sobre el funcionamiento de esta herramienta, pero sí comprendemos el fenómeno si nos referimos a que a través de la Web o de un teléfono celular podemos reportar momento a momento, en tiempo real, un accidente vial o el concierto que estamos presenciando y que todos los contactos que estén suscritos a nuestro perfil podrán ver nuestras actualizaciones y, a su vez, reenviarlas a sus propios contactos. Es verdad que el twitteo tiene mucho qué ver con el morbo de informar sobre cosas triviales, con muy poco o ningún interés periodístico; pero cuando la respuesta a la pregunta “What are you doing?” (¿qué estás haciendo?) que nos hace Twitter se relaciona con los reportes de testigos que presenciaron la caída de un avión sobre Paseo de la Reforma, o con los pormenores de cómo la policía de Honduras reprime las manifestaciones en contra de un golpe de Estado, la valía de esta novedosa red social se incrementa más. Es instantáneo y concreto, mucho más que un flash informativo; no tiene costo, es expansivo, y permite la interacción con el resto de los twitteros. Pero al igual que ocurre con el resto de las herramientas digitales –y con Internet mismo–, Twitter no es la panacea; podría ser una forma ideal para difundir rumores o falsedades.
Twitter como fuente de información
El crecimiento exponencial de Twitter en los últimos meses obedece, también, al uso que algunos personajes célebres han hecho de este sistema de comunicación. La participación en el microblogging de algunos actores, deportistas, políticos y cantantes es tal, que incluso hacen el papel de paparazzis y reporteros, para convertirse en las fuentes de información. Un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió con el ciclista Lance Armstrong, ganador en siete ocasiones de la Tour de Francia. Ningún medio captó cuando el deportista se fracturó la clavícula al accidentarse el 23 de marzo, durante la primera etapa de la Vuelta a Castilla y León; sin embargo, el deportista y su equipo fueron los encargados de facilitar la información a los medios de comunicación a través de Twitter. Los detalles de la nota comenzaron a fluir a las 19:23 horas del día del accidente. El jefe de prensa de la Fundación Armstrong, Chris Brewer, escribió en Twitter: “Lance se ha estrellado y está en la ambulancia. A la espera de más detalles oficiales”. La información se actualizó una hora y 20 minutos después: “Lance llegó al hospital y está siendo examinado”. Durante las horas siguientes, la información fluyó e incluso se especuló sobre algunos posibles diagnósticos. Pero lo más sorprendente llegó a las 21.55 horas, cuando el propio Lance Armstrong entró a Twitter para compartir con sus seguidores lo ocurrido. El corredor escribió: “¡Estoy vivo! Fractura de clavícula (derecha). Por el momento duele como el infierno. Cirugía en un par de días. Gracias por todos sus deseos”. En esos momentos, cualquier seguidor de Lance Armstrong con cierta vocación tecnológica, tuvo acceso a la misma información que los propios reporteros que cubrían la nota. El microbloggin se convirtió en la fuente información para los medios: los reporteros, más allá de desplazarse al hospital donde el ciclista era atendido, de buscar un parte médico o de esperar una rueda de prensa, tuvo que seguir el Twitter de Armstrong para enterarse de lo que acontecía.
Twitter y la farándula
La pareja de actores Ashton Kutcher y Demi Moore utilizan Twitter tanto para compartir detalles de su carrera, como de su vida privada. A finales de marzo, Kutcher publicó en Twitter una foto del trasero de su esposa, y escribió: “Ahora mismo estoy viendo a mi mujer planchando mientras lleva puesto un biquini blanco. Gracias, Dios”. Al día siguiente, la fotografía fue retomada por miles de diarios. Ante ello, la reacción de Moore también fue pública; escribió en su Twitter: “La próxima vez quemo tu chaqueta”. Otras celebridades que también se han unido a la fiebre por el tweet son los cantantes Robin Williams, Mariah Carey y Britney Spears.; la modelo Heidi Klum, el escritor Paulo Coelho, la pacifista Yoko Ono; Shaquille O’Neill y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por citar algunos ejemplos. Lo que escriben estos famosos en sus cuentas de Twitter es seguido con suma atención por los medios de comunicación, que constantemente publican información tomada del microbloggin. Cada vez resulta más frecuente leer titulares como “Entra realeza británica a Twitter” (Reforma, 15 de julio) o “Lindsay Lohan, semidesnuda en Twitter” (El Universal online, 16 de junio). Un hecho reciente que podría ejemplificar el poder de Twitter es el homenaje póstumo de Michael Jackson. El evento se convirtió en el más seguido en Internet. Durante ese día (7 de julio), más del 30% de los comentarios que se registraron en Twitter estaban relacionados con la muerte del cantante, y muchos de ellos fueron tomados o registrados en las cuentas de los medios de comunicación. (De etcétera.com.mx)
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