Por supuesto que ahora parece normal, rutinario, como contestar el teléfono en plena calle o tener miles de canciones en un aparato del tamaño de un reloj; pero hace 10 años --tan solo 10 años-- era asombroso. El Messenger no inventó la mensajería instantánea, que existía desde finales de los 80 (y a un nivel científico desde principios de los 70), y ni siquiera fue el primer intento de popularización del servicio, pero fue con toda seguridad el que hizo del verbo chatear algo incorporado a la rutina, una cosa habitual. «Nos vemos en el Messenger» era una frase sin sentido, porque verse entonces era imposible, pero lo que es importante es que se hizo común. «Ahí nos vemos», era la respuesta habitual. Internet era si acaso un estrambótico sueño en la cabeza de algún demente cuando se puso en marcha el primer protocolo de comunicación digital de la historia, a finales de los 60. Era la época de los BBS (Bulletin Board System, Sistema de Tablón de Anuncios), un invento que permitía que varias personas se comunicaran entre sí a través de sus ordenadores, solo que en tiempo diferido. Tuvieron que pasar casi 20 años para que un finlandés, Jarkko Oikarinen, patentara un sistema de comunicación instantánea, verdadero padre del Messenger; el IRC (Internet Relay Chat) fue la verdadera revolución, y el protocolo que dio lugar a las primeras e increíbles charlas intercontinentales vía ordenador. Usuarios de Denver y Oregón (los curiosos originales, aquellos que importaron el sistema) chateando con Finlandia. Fueron los pioneros.

Cosas de gigantes
El IRC se hizo famoso cuando fue empleado por la población de la Unión Soviética para esquivar la censura impuesta a los medios durante el intento de golpe de Estado de 1991, y cuando los kuwaitís lo usaron para denunciar los desmanes de la invasión iraquí. Y no es que entonces hubiese alcanzado la cima de su popularidad: con la ventaja, frente a los servicios populares de mensajería instantánea, de que no es necesario tener una relación previa para comunicarse (basta, para decirlo de forma sencilla, con sintonizar el mismo canal), miles de internautas de todo el mundo lo siguen empleando. El Messenger es otra cosa. Más recreativo. Simple. Microsoft lo puso en marcha en 1999, el 22 de julio para ser precisos, como parte de su sistema operativo Windows. De repente, el correo electrónico parecía una herramienta añeja. No cabe duda de que su éxito tuvo mucho que ver con el hecho de que venía precisamente incorporado al Windows (la historia del navegador Explorer es un poco la misma), y el hecho de que una década más tarde tenga 330 millones de usuarios, 10 veces más que el servicio de mensajería instantánea que le precedió, el ICQ --y que, más significativo aún, fue el primero que intentó popularizar el hábito--, habla claramente de cuán decisivo resulta ser un instrumento de Microsoft. Los gigantes y su tendencia a ganar. Se ha escrito mucho sobre las nuevas formas de socializar, y la mensajería instantánea, de la que el Messenger se convirtió en abanderado, ha hecho correr tinta. El tiempo, eso sí, lo ha perfeccionado; del intercambio inmediato de mensajes sin más y la creación de pequeñas comunidades de amigos (predecesoras sin duda de las redes sociales que hoy están en boga) se pasó paulatinamente a una herramienta de comunicación, no es exagerado decir que sofisticada, que permite incluso controlar un equipo de ordenador a distancia, por no hablar de las videoconferencias y la posibilidad de jugar en línea. A partir de la versión 8.0 fue rebautizado como Windows Live Messenger, y ahora, con motivo del décimo aniversario, en Microsoft se han puesto drásticos y han decidido quitarle la vida. Media vida. Autonomía.

Maquillaje
Desde enero, los usuarios de Hotmail saben que el Messenger ha sido incorporado al correo electrónico, y que ya no está, como los últimos cinco años, disponible en una web independiente. La antigua página (www.webmessenger.com) dice lo siguiente: «Messenger se basa en el contacto personal, así que la versión web se ha integrado en Hotmail y el resto de Windows Live». No pasa nada. El Messenger aprovecha el aniversario para darse un poco de maquillaje. La jugada consiste en poner todas las cartas sobre la misma mesa. Y que cada quien escoja. (Escrito por Marcelo Bernárdez en elperiodico.com)

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